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Artista: Menina Fér
El carbono es el principal elemento en los seres vivos. Puede conectarse con otros elementos y hacer cadenas muy largas, igual que nosotros, las personas a las que forma.
El carbono
Además de ser capaz de formar enlaces con muchos otros elementos, el carbono puede unirse con otros átomos de carbono y tomar diferentes formas de propiedades extremadamente diferentes, lo que también lo hace un elemento fascinante. Estas diferentes maneras en las que un elemento se presenta en la naturaleza se llaman formas alotrópicas o alótropos (del griego “maneras diferentes”).
Las formas del carbono
La más frecuente es el carbón, que es una forma amorfa (es decir, los átomos no se disponen en una estructura ordenada). Esta forma es la que se encuentra, por ejemplo, en el hollín, en el carbón mineral y en el carbón vegetal.
La segunda forma alotrópica del carbono más frecuente es el grafito, en la que los átomos de carbono forman anillos hexagonales y se disponen en capas. Esta forma la encontramos en los grafos de los lápices y se caracteriza por ser opaca, de color oscuro y quebradiza.
La tercera forma más común en la que el carbono se encuentra en la naturaleza es el diamante, en el que los átomos de carbono están unidos unos a otros formando tetraedros: cada átomo se une a otros cuatro situados en los vértices de un tetraedro. Esta estructura, a diferencia de la del grafito, es muy estable, tanto que el diamante es el mineral natural más duro que se conoce.
Además de estas tres formas que son las más comunes, existen otros alótropos del carbono que han sido fabricadas artificialmente por el hombre (aunque algunos se producen, en cantidades muy pequeñas, de forma natural) y que tienen propiedades aún más interesantes. Entre ellos se encuentran los nanotubos de carbono, los fullerenos y el grafeno. Todos ellos tienen una gran importancia, sobre todo, para la nanotecnología, pues permiten construir estructuras ordenadas de tamaños inimaginablemente pequeños.